lunes, 7 de diciembre de 2009

“ANALISIS LIBRE SOBRE LA APLICACIÓN DE LA FILOSOFIA EMPIRICA O LOGICA” Reflexion Social por Jose A.Chaviano Febles

Mirar por Mirar, correcto; Ver por Ver, correcto también; pero Mirar; Ver y además, Observar; es mucho más complicado y diferente…..Observar implica expandir tu visión a varios puntos y al mismo tiempo, es COMPARAR, registros anteriores, con percepciones actuales.
Eso es lo que hace la Observación, una definición superlativa del Mirar y del Ver. También podemos decir: que Mirar; Ver; Observar y Comparar, nos hace conscientes de algo, y de que procesamos mejor, en nuestro cerebro, toda gama de imágenes, tanto tangibles como intangibles, cuando esa Observación recoge lo que necesita para su análisis aplicado, utilizando, recursos comparativos.
Esta acción de recopilación, nos lleva al paradigma filosófico de Renato Descartes, que dentro de su definición de la doctrina cartesiana, esgrimía el fundamento, no tan ilógico (pero si discutible) de: PIENSO, Y LUEGO EXISTO o visto desde otro ángulo, EXISTO POR QUE PIENSO QUE EXISTO. Este concepto, se basa en que el mirar; el ver; el observar; el comparar; nos elabora un conjunto de condicionales dentro de un plano tangible, que sin advertirlo, nos confronta y nos hace, considerar y percibir, nuestra propia presencia física, dentro de ese mismo plano, llamémoslo, PLANO COGNICTIVO.
Esta filosofía cartesiana aplicada bajo las leyes de la lógica interpretativa, nos puede generar opiniones encontradas para su verdadera aplicación. Se dice que lo que no se ve, no se siente o se experimenta; pero eso es también un concepto relativo, pues el viento no se ve, pero se percibe. Descartes utilizando este siguiente ejemplo, trataba de explicar su paradigma filosófico, aunque el mismo carece, de absoluta credibilidad postular. El decía, al entrar en un salón, con sillas y mesas, que todo eso existía por que él pensaba que existía, pero si el cerraba los ojos, y no veía, eso no existía para él; de la misma forma, si el con los ojos cerrados, era llevado hacia una de las sillas, y pasaba sus manos por ella, el concepto de silla, podía no existir pero si el de materia. Esto de cierta forma se hacía más incomprensible, cuando el también, cuestionaba las leyes de la física, como resultados, de actividad mental. Para concluir, la materia existe, pero lo que define su nomenclatura existencial, como objeto visible, es nuestro sentido mental sensorial.
Michelangelo Buonarroti, famosísimo artista, prestigioso escultor de obras de incalculable valor y de mas que incalculable, de valor artístico; dijo una vez, al exhibir su monumental escultura de DAVID, en Florencia, Italia; que él no había “ESCULPIDO EL MARMOL, PARA OBTENER ESA FIGURA; SINO, QUE EL LO UNICO QUE HIZO FUE, REMOVER LOS PEDAZOS QUE SOBRABAN, EN EL BLOQUE DE MARMOL, PUES LA FIGURA, SIEMPRE HABIA ESTADO AHÍ”. Fíjense, que poder analítico de visión espiritual; visión ocular; presencia física y de condicionales abstractas, dentro del interior, que pueden aflorar, con destellos de genialidad, y hacerse perceptivo, hacia el exterior, de forma única.

Recuérdense del refrán: NO HAY PEOR CIEGO QUE EL QUE NO QUIERE VER. ¿Que quiere decir o que implica este refrán tan popular? Pues, que si uno no quiere algo o no está de acuerdo, actúa como si no tuviera visión, y así, definitivamente, hace que el asunto en cuestión se evapore o se haga invisible. ¡Qué no se ve! Muchas veces la sensación de no opinar, en algo, hace que nuestra asimilación de la “ceguera”, sea ajustable a los estados anímicos; más que, a la percepción de lo que apreciamos con nuestros ojos. Esto lo que quiere decir y significar es, que inequívocamente; podemos dentro de nuestra capacidad limitada de percepción tangible y espiritual, acomodar la circunstancia, en relación a nuestro interés, utilizando el concepto del párrafo anterior, lo que hacemos es que: “ nos salimos o negamos nuestra presencia en ese plano tangible”.
El estudio de las matemáticas, adiciona además de memorizar ciertas operaciones necesarias, implica una gran dedicación a la utilización de la LOGICA. Un ejemplo sencillo de la lógica dentro de las aplicaciones de matemáticas, llamadas PURAS, lo constituye el axioma de: LA NEGACION, DE UNA NEGACION, LO CONVIERTE EN UN POSITIVO, O LO QUE ES IGUAL, DOS SIGNOS NEGATIVOS SE CONVIERTEN EN UNO POSITIVO La utilización de los números negativos, dentro de escalas aritméticas, amplían la gama operacional, de los cálculos, teniendo un resultado más aceptado por la lógica, que por la realidad, pues como se podrían realizar cálculos utilizando parámetros infinitos, que no existen palpablemente y también compararlas, con variables que si existen. Sin tener que utilizar esta ciencia exacta, puede que este otro ejemplo, sea más fácil de entenderse, para este postulado: EL QUE ES ENEMIGO DE MI ENEMIGO, ES DE POR SI, MI AMIGO.
Podemos abstraernos física y mentalmente, de aquello que nos desconcierta y desagrada; de la misma forma; que lo tangible, que nos rodea, en el día a día, nos inunda, sin nosotros darnos cuenta.
La clave, para la definición de lo que queremos, no es un por estado anímico, sino por convencimiento y profundidad espiritual. El cuerpo físico, si existiera, sin el alma, no serviría para mucho, pues seriamos esclavos de las costumbres; no seriamos capaces de desarrollarnos intelectualmente; ni podríamos comprender muchas de las cosas que interpretamos, aun, sin hacer el esfuerzo. El alma humana, es única; indivisible; intangible; suprema; sabemos que está ahí, pero no podemos comprenderla; nunca podremos escudriñar dentro de ella, pues, esa alma, es un regalo divino, el cual por su condición única, está más allá, de lo que podamos, elaborar; definir; o descubrir.
El ser humano, es como una materia esponjosa, que recoge todo tipo de impresiones, tanto visuales (tangibles), como no visuales (intangibles) y las guarda muy, pero muy interiormente, hasta que en un momento, ya sea de forma consciente o de forma inconsciente, aflora y toma sentido dentro de la disposición que demos nosotros, a su utilización. En este proceso, quizás, la única actividad, consciente, es su utilización. Este acto puede ser adecuado o no, y el resultado visible o de percepción, es lo que, nos indica su acierto o su desacierto. Ejemplo de ello, podría ser, una obra de arte muy abstracto, la cual despierta en su creador, sentimientos únicos; pero que no comulgan, con otras percepciones, de gentes que lo traten de interpretar. Siempre en psicología, se han utilizados sombras impresas en papeles, y entonces se pregunta, Que es lo que vemos en las mismas?

Esto no es una farsa ni un truco, lo que hace esto, es determinar, eso que VEMOS CON LOS OJOS, que ASOCIACION tiene con el SUB-CONSCIENTE REGISTRADO Y ACUMULADO, en nuestro INTERIOR RECONDITO, ESO ES: “EL EMPIRISMO LOGICO”.
Los reflejos condicionados, no son otra cosa que la reacción post-programada de nuestros registros conscientes e inconscientes, que ante un cambio empírico o lógico, mínimo, toman el rumbo necesario para ubicarlo de nuevo, donde debe estar asentado, en el : subconsciente lógico.
El empirismo lógico (también denominado positivismo lógico) es una corriente de filosofía de la ciencia que surgió durante el primer tercio del siglo XX, alrededor del grupo de científicos y filósofos que formaron el célebre Círculo de Viena.
Si bien los empiristas lógicos intentaron ofrecer una visión general de la ciencia que abarcaba principalmente sus aspectos gnoseológicos y metodológicos, tal vez su tesis más conocida es la que sostiene que un enunciado es cognitivamente significativo sólo si, o posee un método de verificación empírica o es analítico, tesis conocida como "del significado por verificación". Sólo los enunciados de la ciencia empírica cumplen con el primer requisito, y sólo los enunciados de la lógica y las matemáticas cumplen con el segundo. Los enunciados típicamente filosóficos no cumplen con ninguno de los dos requisitos, así que la filosofía, como tal, debe pasar de ser un supuesto cuerpo de proposiciones a un método de análisis lógico de los enunciados de la ciencia.
Las posiciones de los empiristas lógicos respecto de algunos temas claves de la filosofía de la ciencia (el origen del sentido de los enunciados, la puesta a prueba de las teorías, el concepto de explicación científica y la unidad de la ciencia, entre otros) se conocen con el nombre colectivo de "concepción heredada" . En palabras sencillas, este concepto de: “concepción heredada” es el resultado empírico o lógico, de procesos conceptuales, mas allá, de las limitaciones que la propia, lógica, enmarca.
¿Cómo sabemos que un enunciado como "Hoy está lloviendo" es verdadero? Oímos la lluvia, o vemos el agua caer, o vemos el agua caer y oímos la lluvia y olemos el pavimento mojado: así sabemos que hoy, de hecho, está lloviendo. Entonces el enunciado "Hoy está lloviendo" tiene sentido, porque podemos saber si es verdadero o es falso. Ahora, ¿Cómo sabemos que un enunciado como "El Ser es inmóvil" es verdadero? Obviamente nunca hemos visto tal cosa como "el Ser", y tampoco lo hemos visto moverse, permanecer quieto, o sonreír. ¿Entonces cómo sabemos si ese enunciado es verdadero? Los metafísicos hubieran respondido: por supuesto, no a través de la evidencia empírica, pues esa clase de evidencia no nos ha llevado a hablar del Ser. Son enunciados que son demostrados por la pura razón, a priori. Pero recuérdese que los empiristas lógicos han negado que podamos hablar del mundo -enunciados sintéticos- sin experiencia de él -a priori-.
Los empiristas lógicos dicen: sólo podemos hablar de cómo es el mundo si tenemos experiencia sensorial de él. Si hablamos del mundo, es porque lo percibimos mediante los sentidos. ¿Hay alguna otra manera de conocer el mundo, además de los sentidos? Sí, mediante el razonamiento lógico-deductivo, es decir, lo a priori, como las matemáticas, la lógica y los significados conceptuales.
El sentido de una proposición, se determina, por los empiristas lógicos, por las experiencias sensoriales que nos pueden decir si esa proposición es verdadera o falsa. Si no hay experiencias sensoriales que nos puedan decir SI "El Ser es inmóvil" es verdadero o falso, entonces "El Ser es inmóvil" carece de sentido.
Se puede aducir que 'el Ser es inmóvil' es un enunciado completamente bien estructurado, gramaticalmente hablando; pero los empiristas lógicos establecen que sólo se pueden calificar como proposiciones aquellas que son producto de la lógica, de la matemática o que pueden ser empíricamente comprobadas, susceptibles a la falsa alusión. Toda otra oración es una: “pseudoproposición”.
Enunciados como "el Ser es inmóvil" o "la Nada es Nada" parecen estar bien estructurados en una forma sujeto-predicado: "el Ser" y "la Nada" serían los sujetos de las dos frases; "es inmóvil" y "es nada" sus respectivos predicados. Sin embargo, 'Ser' y 'Nada' no son sujetos: uno es un verbo y el otro es un cuantificador. Cometemos la falacia de reificación al creer que son sujetos. En otras pseudoproposiciones tales como 'Dios posee infinitos atributos' o 'Tengo libre voluntad', el problema es que no hay manera de comprobar, esto empíricamente, pues nadie puede ver a Dios y reconocerlo en sus infinitos atributos, para hacer factible, una aseveración no empírica, más allá del sentimiento y/o religiosidad, sobre el predicado de una existencia superior, o “ultra-empirica” , existente dentro del alma humana.
Los problemas de la metafísica, entonces, dicen los empiristas lógicos, son pseudoproblemas: no pueden resolverse, sino que deben disolverse mediante un análisis del lenguaje, con ayuda de la lógica. Tal análisis nos probará que no nos referíamos a cuestiones de hecho, sino que estábamos usando mal el lenguaje. Este mal uso es denominado "lenguaje de pseudo-objeto", porque parece referirse a objetos o hechos en el mundo, pero no es así. El "lenguaje-objeto" real es el lenguaje de las ciencias, como proposiciones como "La Luna es redonda" o "El agua es H2O", que SI, se refieren al mundo.
Por esto mismo, la metafísica sería borrada del mapa simplemente analizando y encontrando los errores que yacían en ella. Algo muy parecido sucedería con la ética y la estética. La ética se iría de la filosofía porque enunciados como "odiar es malo" no son en realidad enunciados declarativos -no hablan de cuestiones de hecho-, sino imperativos: dicen algo que debe hacerse. Sin embargo, estos imperativos cometen la falacia naturalista al derivar lo que debe ser el caso, de lo que de hecho es el caso. Por esto la ética se movería de la filosofía al campo de la psicología, que nos diría porqué de hecho creemos que ciertas cosas son buenas y otras malas. Lo mismo, con las apropiadas sustituciones, sucedería con la estética. Los elementos metafísicos de las dos materias serían, por supuesto, eliminados.
Entonces: el sentido de una proposición se determina empíricamente. Si esto es así, entonces para toda proposición con sentido en el lenguaje-físico (como "La Luna es redonda"), hay una proposición en el lenguaje-sensorial que le corresponde. (Una proposición en lenguaje sensorial es la que reporta inmediatamente los datos recibidos por los cinco sentidos humanos, agregándole cuantificadores, conectivas y coordenadas espaciotemporales para hacerla significativa: "Hay un rojo blando y ácido aquí, en este momento"; o: "a las 7 de la mañana del jueves, vi un redondo blanco en tal y tal lugar").
Es decir, la oración "La Luna es redonda" puede reducirse a enunciados como "Hay un objeto blanco y redondo en este momento tal que lo llamamos Luna". Algunos dentro de la practica filosofía/empírica/lógica, creían: que estos enunciados eran el fundamento de nuestro conocimiento. Ellos llamaron a estos enunciados en el lenguaje-sensorial :enunciados protocolares. Esto es, que para saber si estábamos justificados para decir que sabemos tal o cual proposición, debemos apelar a estos enunciados (recordemos que el sentido de una proposición son sus condiciones de verificación empírica).
Ejemplo sencillo: 3 + 2 = 5, porque 2 + 3 = 5, así como 5 – 3 = 2; o 5 – 2 = 3.
Para algunos miembro del Círculo de Viena, , el fundamento del conocimiento, no son estas proposiciones, y de hecho el conocimiento no tiene fundamento: el conocimiento se da sólo entre sistemas coherentes de proposiciones, y la justificación no es asimétrica (esto es, no hay más justificación en una proposición que en otra), sino que se otorga mutuamente entre proposiciones. Este mismo debate duraría -aún cuando el empirismo lógico ya había sido rechazado- en el centro de la epistemología por casi todo el siglo XX: el debate fundacionalismo/coherentismo.
Según Descartes el entendimiento posee unas intuiciones evidentes puestas por Dios en la naturaleza humana, como ideas innatas o principios del pensar, a partir de las cuales es posible establecer unas relaciones lógicas entre las ideas recibidas de la experiencia.[30]
Este modo de pensar relacionando ideas mediante el análisis ha dado enormes frutos en el progreso habido durante los últimos años en el cálculo matemático para el descubrimiento y descripción de las leyes de la naturaleza y sus aplicaciones a la ciencia empírica.
(Sumario - Anexo sobre los aspectos de la filosofía cartesiana. Definiciones sobre el “discurso del método”. Las meditaciones metafísicas.) (Fuente WebDianoa.com)

Explicación sobre la Duda:
Descartes dedicará la primera meditación a examinar los principales motivos de duda que pueden afectar a todos sus conocimientos.
Los sentidos se presentan como la principal fuente de nuestros conocimientos; ahora bien, muchas veces he constatado que los sentidos me engañaban, como cuando introduzco un palo en el agua y parece quebrado, o cuando una torre me parece redonda en la lejanía y al acercarme observo que era cuadrada, y situaciones semejantes. No es prudente fiarse de quien nos ha engañado en alguna ocasión, por lo que será necesario someter a duda y, por lo tanto, poner en suspenso (asimilar a lo falso) todos los conocimientos que derivan de los sentidos. Puedo considerar, pues, que no hay certeza alguna en esos conocimientos, y considerar falsos todos los que se deriven de los sentidos.
Sin embargo, podría parecerme exagerado dudar de todo lo que percibo por los sentidos, ya que me parece evidente que estoy aquí y cosas por el estilo; pero, dice Descartes, esta seguridad en los datos sensibles inmediatos también puede ser puesta en duda, dado que ni siquiera podemos distinguir con claridad la vigilia del sueño, (lo que nos ocurre cuando creemos estar despiertos o cuando estamos dormidos). ¿Cuántas veces he soñado situaciones muy reales que, al despertarme, he comprendido que eran un sueño?. Esta incapacidad de distinguir el sueño de la vigilia, por exagerado que me parezca, ha de conducirme no sólo a extender la duda a todo lo sensible, sino también al ámbito de mis pensamientos, comprendiendo las operaciones más intelectuales, que en absoluto parecen derivar de los sentidos. La indistinción entre el sueño y la vigilia me lleva a ampliar la duda de lo sensible a lo inteligible, de modo que todos mis conocimientos me parecen ahora muy inciertos.
Aun así, parece haber ciertos conocimientos de los que razonablemente no puedo dudar, como los conocimientos matemáticos. Sin embargo Descartes plantea la posibilidad de que el mismo Dios que me he creado me haya podido crear de tal manera que cuando juzgo que 2+2 = 4 me esté equivocando; de hecho permite que a veces me equivoque, por lo que podría permitir que me equivocara siempre, incluso cuando juzgo de verdades tan "evidentes" como la verdades matemáticas. En ese caso todos mis conocimientos serían dudosos y, por lo tanto, según el criterio establecido, deberían ser considerados todos falsos.
Sin embargo, dado que la posibilidad anterior puede parecer ofensiva a los creyentes, Descartes plantea otra opción: la de que exista un genio malvado que esté interviniendo siempre en mis operaciones mentales de tal forma que haga que tome constantemente lo falso por verdadero, de modo que siempre me engañe. En este caso, dado que soy incapaz de eliminar tal posibilidad, puesto que realmente me engaño a veces, he de considerar que todos mis conocimientos son dudosos. Así, la duda ha de extenderse también a todos los conocimientos que no parecen derivar de la experiencia.
La duda progresa, pues, de lo sensible a lo inteligible, abarcando la totalidad de mis conocimientos, a través de los cuatro momentos señalados anteriormente. No sólo debo dudar de todos los conocimientos que proceden de los sentidos, sino también de aquellos que no parecen proceder de los sentidos, ya que soy incapaz de eliminar la incertidumbre que los rodea.
La primera verdad : "pienso, existo"
En la segunda meditación, repasando la perpleja situación en la que se encuentra al final de la primera, viéndose obligado a dudar de todo, Descartes se da cuenta, sin embargo, de que para ser engañado ha de existir, por lo que percibe que la siguiente proposición: "pienso, existo", ("cogito, sum"), ha de ser cierta, al menos mientras está pensando: "De modo que luego de haberlo pensado y haber examinado cuidadosamente todas las cosas, hay que concluir, y tener por seguro, que esta proposición: pienso, existo, es necesariamente verdadera, cada vez que la pronuncio o la concibo en mi espíritu". Esa proposición supera todos los motivos de duda: incluso en la hipótesis de la existencia de un genio malvado que haga que siempre me equivoque, cuando pienso que 2 y 2 son cuatro, por ejemplo, es necesario que, para que me equivoque, exista. Esta proposición, "pienso, existo" se presenta con total claridad y distinción, de modo que resiste todos los motivos de duda y goza de absoluta certeza. Es la primera verdad de la que puedo estar seguro, de la que puedo decir que es evidente. Dado que las características con la que se me presenta tal evidencia son la claridad y distinción, estas dos propiedades las considerará Descartes como las características que debe reunir toda proposición para ser considerada verdadera.
Se ha discutido en numerosas ocasiones si Descartes pretende deducir la existencia del pensamiento. De hecho, en el Discurso del método la proposición que él mismo formula, "pienso, luego existo" da lugar a pensar que Descartes pretende deducir la existencia del pensamiento, observación que ya fue realizada por Gassendi y que el mismo Descartes se encargó de refutar. No obstante, la expresión que utiliza posteriormente en las meditaciones, "pienso, existo", y la exposición detallada del momento en que formula esa proposición parece dejar claro que se trata de una intuición, de la intuición de la primera evidencia, de la primera verdad que se presenta con certeza y que supera todos los motivos posibles de duda. Esa primera verdad aparece súbitamente mientras Descartes está recordando la meditación anterior y repasando los motivos que tenía para dudar de todas las cosas; de un modo inmediato, pues, percibe con claridad que para pensar tiene que existir, y que la proposición que expresa esa "intuición" ha de ser necesariamente verdadera.
Una vez descubierta ésa primera verdad, Descartes se propondrá reconstruir sobre ella el edificio del saber y, al modo en que operan los matemáticos, por deducción, tratará de extraer todas las consecuencias que se siguen de ella.
El análisis del YO; sus consecuencias;-
¿Qué soy yo? Una cosa que piensa dirá Descartes. ¿Y qué es una cosa que piensa?. Una cosa que siente, que quiere, que imagina... Descartes atribuye al pensamiento los caracteres de una sustancia, haciendo del yo pienso una "cosa", a la que han de pertenecer ciertos atributos. La duda sigue vigente con respecto a la existencia de cosas externas a mí, por lo que el único camino en el que se puede seguir avanzando deductivamente es el del análisis de ese "yo pienso" al que Descartes caracteriza como una sustancia pensante, como una cosa que piensa. ¿Qué es lo que hay en el pensamiento? Contenidos mentales, a los que Descartes llama "ideas". La única forma de progresar deductivamente es, pues, analizando dichos contenidos mentales, analizando las ideas.
Distingue Descartes tres tipos de ideas: unas que parecen proceder del exterior a mí, a las que llama "ideas adventicias"; otras que parecen haber sido producidas por mí, a las que llamara "ideas facticias"; y otras, por fin, que no parecen proceder del exterior ni haber sido producidas por mí, a las que llamará "ideas innatas". Las ideas adventicias, en la medida en que parecen proceder de objetos externos a mí, están sometidas a la misma duda que la existencia de los objetos externos, por lo que no puede ser utilizadas en el avance del proceso deductivo; y lo mismo ocurre con las ideas facticias, en la medida en que parece ser producidas por mí, utilizando ideas adventicias, debiendo quedar por lo tanto también sometidas a duda. Sólo nos quedan las ideas innatas.
Se trata de eliminar la posibilidad de que esas ideas puedan haber sido producidas por mí. Una vez asegurado eso Descartes analiza dos de esas ideas, la de infinito y la de perfección, y argumentando que no pueden haber sido causadas por mí, dado que soy finito e imperfecto, sólo pueden haber sido causadas por un ser proporcionado a ellas, por lo que tienen que haber sido puestas en mi por un ser infinito y perfecto, que sea la causa de las ideas de infinito y de perfección que hay en mí. A partir de ellas, demuestra Descartes la existencia de Dios mediante los dos conocidos argumentos basados en la idea de infinitud y en la de perfección.
Una vez demostrada la existencia de Dios, dado que Dios no puede ser imperfecto, se elimina la posibilidad de que me haya creado de tal manera que siempre me engañe, así como la posibilidad de que permita a un genio malvado engañarme constantemente, por lo que los motivos aducidos para dudar tanto de la verdades matemáticas y en general de todo lo inteligible como de las verdades que parecen derivar de los sentidos, quedan eliminados. Puedo creer por lo tanto en la existencia del mundo, es decir, en la existencia de una realidad externa a mí, con la misma certeza con la que se que es verdadera la proposición "pienso, existo", (que me ha conducido a la existencia de Dios, quien aparece como garante último de la existencia de la realidad extramental, del mundo).
Como resultado de la deducción puedo estar seguro de la existencia de tres sustancias: una sustancia infinita, Dios, que es la causa última de las otras dos sustancias, a) la "res extensa", es decir, el "mundo", las realidades corpóreas, cuya característica sería la extensión, por la que Descartes define esta substancia; b) y la "res cogitans", la substancia pensante, de carácter no corpóreo, no extenso, inmaterial, por lo tanto, siendo estas dos últimas, sustancias finitas.


(Agradecimientos a WebDianoa, por las consultas en línea publicadas en referencia a los trabajos de Renato Descartes, así como colaboraciones extraídas de esta fuente, que incorporan una mejoría sustancial dentro del análisis filosófico/lógico cartesiano en el documento).
Ley de Propiedad Intelectual: ("Artículo 32. Citas y reseñas. Es lícita la inclusión en una obra propia de fragmentos de otras ajenas de naturaleza escrita, sonora o audiovisual, así como la de obras aisladas de carácter plástico, fotográfico figurativo o análogo, siempre que se trate de obras ya divulgadas y su inclusión se realice a título de cita o para su análisis, comentario o juicio crítico. Tal utilización sólo podrá realizarse con fines docentes o de investigación, en la medida justificada por el fin de esa incorporación e indicando la fuente y el nombre del autor de la obra utilizada. Las recopilaciones periódicas efectuadas en forma de reseñas o revistas de prensa tendrán la consideración de citas.")

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